Juan Carlos “Tito” Lectoure falleció el 1 de marzo de 2002 y con él desapareció el hombre que hizo grande al mítico Luna Park, por el cual desfilaron los más grandes boxeadores argentinos desde su inauguración a principios de los 30. Su deceso se produjo cuando el estadio cumplía 70 años de su creación. Cuatro meses después, el 13 de julio, de la mano de Esteban Livera, uno de sus sobrinos, volvió a ese escenario el boxeo. Esa noche, Omar Narváez obtenía el título mosca de la OMB, al vencer al nicaragüense Adonis Rivas.
Fue Horacio Accavallo el segundo campeón del mundo argentino y el primero que Lectoure patrocinó. El 1 de marzo de 1966 se coronó monarca de los moscas de la AMB en Tokio, al vencer por puntos al local Katsuyoshi Takayama. El legendario mosca mendocino Pascual Pérez, 12 años antes en esa misma ciudad, había conquistado el primer título mundial para Argentina.
Lectoure tenía predilección por el “Intocable” Nicolino Locche, a quien le concretó su oportunidad mundialista en 1968, también en Tokio, cuando el estilista de Tunuyán le daba una verdadera lección de boxeo al hawaiano de origen japonés, Paul Fuji. Luego vino el momento de Carlos Monzón, quizá el boxeador argentino de todos los tiempos, quien se coronó campeón mundial mediano en Roma, cuando noqueó en el round 12 al ídolo de los italianos, Nino Benvenutti.
Bajo la gestión de Lectoure también fueron campeones mundiales Víctor Emilio Galíndez, Hugo Corro, Sergio Víctor Palma, Santos Laciar, Gustavo Ballas, Juan Martín Coggi y Pedro Décima. Además, con Oscar “Ringo” Bonavena cultivó una amistad entrañable.
Un año antes de su muerte, Lectoure fue incluido en el Salón de la Fama del Boxeo de todos los tiempos en Canastrota, Nueva York, cuando recibió un anillo de oro y brillante más un diploma al mérito. Parecía un premio que el destino quería que disfrutara en vida